lunes, 28 de marzo de 2011

Les Bienveillantes - Compendio de perversión


He tardado más de tres meses en leer (en francés) este tocho de 984 páginas que deja un sabor agridulce.

Título: Les Bienveillantes
Autor: Jonathan Littell
Editorial: Galliard

Por un lado, desde la perspectiva histórica está francamente bien para comprender lo que fue la Alemania nazi no desde la perspectiva de un arrepentido, ni de alguien que quiere negar o justificar todo lo que pasó, sino desde la perspectiva de alguien que estaba metido en lo peor del régimen y aún así trata, si bien no de defenderlo, sí de explicarlo sin miramientos y sin sensiblerías. Dejando claro que en las circunstancias adecuadas, casi todos haríamos lo mismo que hicieron los alemanes que se encargaban de la Solución Final tras el avance de las tropas alemanas sobre Rusia. Este, precisamente, es su mayor interés, el presentar la perspectiva del verdugo no ya en el campo de concentración, sino en la retaguardia, en el campo de batalla. Acompañas al protagonista desde el esplendor a la caída del régimen nazi siendo testigo de excepción y presenciando el lado humano de los que estaban detrás del exterminio nazi. Y creo que es importante remarcar que no solo sufrieron los judíos sino toda la mano esclava eslava y de otras etnias que cayó en sus manos. Fue una de las cosas que más me impresiono cuando visité Auschwitz, que no era solo las cámaras de gas, también te podías salvar y morir lentamente de extenuación y malnutrición trabajando en las fábricas.

Por otro lado, desde el punto de vista lingüístico también tiene su parte curiosa ya que explica la utilización y el estudio de los dialectos para determinar si ciertos pueblos eran semíticos o no. Todo por la disparatada teoría racial, que aunque fueras de tatarabuelos musulmanes igual eras de origen semítico y entonces había que matarte. Se muestra que todo esto era posible debido precisamente a la abstracción y a la consideración de estas cuestiones absurdas. El lingüista está tan entregado a desenmarañar los origines de las lenguas que no presta atención a las consecuencias que sus conclusiones teóricas pueden tener en la práctica.


Todo lo que presenta el libro está enfermo, es absurdo: el protagonista, la sociedad, el partido, el ejército, el enemigo... No hay ni medio párrafo de descanso, salen todas las perversiones que se le puedan ocurrir a uno tanto sexuales como del alma. De hecho, hay partes del libro que se hacen pesadas de tanta perversión sexual: del incesto pa'rriba... Te dan ganas de decir que sí, que vale, que te frotas con todo lo que pillas, pero corta el rollo, que llevas cincuenta páginas de frotarte con árboles, sábanas, armarios y mobiliario en general y los demás queremos saber cómo estaba afectando la guerra a la población civil. En realidad es lógico, porque es una novela y no un ensayo y precisamente en mostrar la Historia de esa forma (porque el tío está en todos los fregados históricos), es donde subyace su interés.

En fin, lectura recomendadísima a quienes les interese el tema de la Segunda Guerra Mundial, pero no apto para todos los públicos, mind you.

lunes, 17 de enero de 2011

La lavadora contraataca

Odio poner la lavadora (y colgar la ropa más). Es un hecho. Lo que no sabía es que la lavadora me odiaba a mí.




Debí empezar a sospechar cuando, de vez en cuando, la capulla simulaba estar cerrada del todo, pero era mentira... Se ponía en marcha y empezaba a soltar agua por una rendija, y yo me daba cuenta del desaguisado cuando empezaba a escuchar un torrente de agua caer por la terraza. Y luego llegaban los vecinos... Pero la última que me ha hecho es una prueba irrefutable de su odio por mí.


Un día entresemana cualquiera puse la lavadora y me fui a hacer mis otros quehaceres. Ese día, venía el señor del gas (que por cierto me dio un rango de visita de cuatro horas) a comprobar la caldera . Total, que acabó la lavadora y pensé, ya la recogeré después, cuando se vaya el del gas, para no tener las braguitas en exposición. Lo que no sabía yo es que la máquina infernal estaba planeando su sucia venganza.

Cuando llegó el señor del gas (un señor con bigote, como todo señor del gas que se precie) le acompañé a la cocina y, de ahí, íbamos a acceder a la terraza donde estaba el calentador (y la lavadora enajenada). Cuál no sería mi sorpresa al comprobar que, el puñetero trasto, al centrifugar había cobrado vida propia y se había puesto a caminar, bloqueando la puerta a la terraza que solo se podía mover unos centímetros. Claro, el señor con bigote dijo: "Señora, vamos a intentar moverla, pero va a ser muy difícil porque está llena", mientras yo decía: "¿Por qué me tienen que pasar estas cosas, (señor con bigote)?". Total que el señor con bigote y yo, venga a intentar mover la lavadora: yo metiendo las manitas, el señor con un destornillador... Nada. El técnico amenazaba con darse a la fuga ante lo peliaguda que se había vuelto la situación. Entonces decidí recurrir a mis artes ninja...


Intenté colarme por la rendija que quedaba subiéndome a una silla, pero era demasiado pequeña... El técnico empezaba a preocuparse: "Señora, no se quede atrancada, a ver si voy a tener que llamar a los bomberos". Pero yo no me rendí... Esa lavadora tenía que aprender quién mandaba en casa. Empecé a golpear la lavadora con la puerta de la terraza... Poco a poco, se fue desplazando y la rendija de paso se fue haciendo más grande, lo suficiente para que me cupiera la cabeza. Ante la preocupada mirada del técnico, volví a subirme en la silla, me colé por la rendija y me situé sobre la lavadora infernal. Gracias a Dios, se rindió y no decidió hundirse o cualquier otra maldad. Ya desde dentro de la terraza, pude desplazar el chisme del infierno de vuelta a su sitio y abrir la puerta al señor del bigote, que ahora me consideraba la prima de McGiver.




Estas son las heroicidades que tiene que llevar a cabo el ama de casa moderna y ninja.

¿Acaso no me odia la lavadora?
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miércoles, 24 de noviembre de 2010

Tontunas varias: ser una pija inglesa

Seguimos con el curso de arte para ser una pija inglesa...






Está claro que para ser una pija como God manda hoy en día, no hace falta saber quién es Velázquez ni cosas de esas, no, no. Lo importante es estar al día de arte moderno, según el manual de la pija inglesa, el arte moderno es como el sushi, una vez lo pruebas, le coges el gusto y ya es un no parar. Bueno, en mi caso la verdad es que ha sido probar el sushi y aprender a decir: "No quiero washabi infernal, gracias". En cuanto al arte moderno, es algo que llega a tal abstracción que más bien lo compararía con las matemáticas "no hay quien cojones lo entienda". Pero bueno, hagamos como que nos interesan las ecuaciones de doce incógnitas con tirabuzón y el arte conceptual.

Está claro que para ser fahsion, no se puede ir a galerías españolas cutronas, con gente cuyo apellido acaba en "-ez" y cosas peores. Así que, para mi única amiga en Londres aquí van unos must:

En Londres visitar la
Serpentine Gallery, con esculturas de jardín dedicadas a Lady Di y exhibiciones que presentan obras del calado de "Señora echando la siesta en la vitrina de El Corte Inglés" a.k.a "The Maybe".



Creo que ya no está, la quitaron cuando se despertó...



Eso sí, es gratis, como solían ser todos los museos de Londres la última vez que fui.
También está
Hayward, que la verdad es que tiene algo que mola, una zona para remar con tu barca escultórica...






Arte no sé si será, divertido, parece...







La galería Whitechapel que en su día tuvo el Guernica pero ahora tiene cuadros de colores...







¿Qué le echa esta gente al parquet?




Galería Saatchi que se dedica a la rica controversia...





Nada una cosa discreta, algo poco ostentoso...



Que ya, como es museo, empieza a ser más interesante. Supongo que lo recomienda porque es de arquitectura y podrás encontrar un arquitecto o algo...




Y el museo Courtauld ideal para impresionar a ese gafa-pasta progre de turno.



¿Qué le pongo, el agua del florero?




Para ir el fin de semana si llueve (o sea, siempre)...

Stanley Spencer Gallery en Cookham, que está dentro de una iglesia metodista y tiene cuadros de... Stanley Spencer, muy conocido en Cuenca.


La alegría de la huerta...

Otra alegre visitilla de fin de semana es ir a Charleston House donde se reunían los del Bloomsbury Group (Virgina Woolf y compañía). De este os dejo una vídeo demostración...











¿A qué viene tanto arte en mis consejos para ser una pija inglesa? Eh aquí el verdadero motivo... Si quieres conseguir un novio gafa-pasta inglés o ponerte hasta las trancas de comer y a la vez sentirte decadentista, puedes darte una vuelta por la cafetería de estos lugares con unos Manolos (si es que tus pies lo aguantan).

Si lo que buscas es un madurito intelectual, nada mejor que las galerías
Chisendhale y Lisson
pero la crème de la crème de la intelectualidad se da cita en la
ICA.

También hay ferias donde comprar arte a todo a 1000 (euros): podéis pasaros por el equivalente de ARCO en Inglaterra:
Frieze donde podréis compraros cosas como esta:


Esta es ideal para el jardín, seguro que no entran chechenos-robachaletes

También está la Afforable Art Fair para arte todo a 100 (euros y de ahí p'arriba).


Lo traigo barato, oiga, al rico cuadro rosita...

También recomienda ir a la tienda de la National Gallery para comprar regalos de Navidad y la verdad, tienen cosas chulas... Claro que mejor ir al Prado que pilla más cerca. Otra idea que propone es comprar regalos en la Photographer's gallery aunque tira un poco de espaldas que pongan una selección de fotos a 600 libras de nada. En Madrid no hay museo de fotografía, qué cosas, de hecho solo hay un museo de fotografía en toda España así que si quieres fotos: a Londres.

Para el veranito, museo playero de arte contemporáneo en St. Ives: un Tate



Lo más bonito, sin duda, el edificio y la playa cuando hace sol




Y hasta aquí, mis consejos de hoy... Me he quedado tan ancha...
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lunes, 30 de agosto de 2010

El peregrino despistado - Crónica de un viaje por El Bierzo

Como más vale tarde que nunca, retomo mis narraciones viajeras cual tío Matt.




Heme aquí con mi pata chula subiendo un puerto...

La última semana de agosto la pasé haciendo un viaje cicloturista por El Bierzo leonés y parte de la Maragatería. Todo esto con una rodilla medio estropeada (¡patachulas al poder!).
El periplo comenzó un viernes al medio día en Chamartín, donde cogimos el tren rumbo a León (era un tren de los que admiten bicicletas, claro está, aunque cuatro como máximo). En ese tren solo fuimos dos ya que la mayor parte de la gente se fue en el de las cuatro de la tarde, que tenía tren furgón y cabían más bicicletas, o en coche. En total iniciamos la aventura unos trece osados aunque tuvimos un pico de quince excursionistas.




He aquí el principio de la excursión, cuando todavía olíamos bien...


Una vez en León, con cojera y rachas de fuerte cojera, nos dirigimos al Albergue Municipal de León. El albergue tiene un aspecto un tanto destartalado desde fuera pero las instalaciones están bastante bien. Tiene habitaciones de ocho, dos y cuatro personas a un precio razonable. También tiene albergue de peregrinos, pero las condiciones son peores y no se puede reservar. Esa misma noche, nos dimos una vueltecita por León donde quedé con un amigo que vive allí y su chica, que se ofrecieron a hacernos de guías para ir por el Barrio Húmedo. Poco a poco nos fuimos reuniendo todo el equipo de la excursión.



No éramos todos estos, era el aparcamiento de bicicletas de peregrinos...



El barrio húmedo de León merece la pena tanto desde el punto de vista de ambiente nocturno, como por las tapitas ricas que dan. Tampoco nos recogimos muy tarde porque, al día siguiente, había que madrugar para comenzar la aventura del espacio exterior.

La primera etapa fue de León a Barrios de Luna, la verdad es que dimos un poco de vuelta porque en principio son cincuenta kilómetros, pero la cosa se alargó y acabamos haciendo unos setenta. Lo más curioso de la etapa fue ver los campos de lúpulo. El lúpulo es uno de los ingredientes de la cerveza y se paga ¡a 1000 € el kilo! Me llevé un par de florecillas, lo menos diez céntimos, oiga. En Barrios de Luna, como más bien estábamos hechos polvo, decidimos dormir en una pequeña pensión que hay en la parte baja del pueblo: Apartamentos Pepe y Mari... Además nos dieron una rica cena a base de huevos fritos con patatas y chorizo cabreado (picaba bastante).




Aquí la mesa para la opípara cena...

La segunda etapa fue de Barrios de Luna a Villablino. La cosa ya empezó a ponerse empinada, pero más o menos era llevadera, excepto el tramito final... Una cuestecita importante que nos dejó en Villablino, un pueblo bastante grande encajado entre dos montañas. Allí, nos pasó una de las cosas más surreales que se ha dado en un viaje de Pedalibre. De pronto, apareció un señor montado en una BH del año de la Tana... Decía que se quería unir a nosotros durante un par de días, que había visto la excursión en Internet. Lo raro era que en Internet solo decía "Excursión por El Bierzo leonés", así en general... Estábamos un poco perplejos, pero le dijimos que adelante. El pobre hombre se convirtió en leyenda y todo tipo de rumores empezaron a correr en el grupo... El más gracioso era que si se trataba de "El cicloturista de la curva", un cicloturista que no pudo acabar una excursión porque se lo comió un oso y que se aparece a los grupos de ciclistas de Villablino las noche de luna llena. Al final, el misterio se resolvió, resultó ser amigo de una chica que se unía a nosotros esa misma noche y que le había dado todos los detalles de la excursión. Para colmo, había vivido en Las Rozas y hablaba cuatro idiomas lo menos (algo poseso sí que estaba igual, tanto idioma no es normal).




El carísimo lúpulo y la bicicleta de una víctima del Cicloturista de la Curva




Ese día se dio mal lo de encontrar alojamiento y dormimos en un descampado cerca de una fuente, al lado de una Vía Verde que hay por allí. El pueblo vecino estaba en fiestas y se oía el chunda-chunda en la lejanía... No se nos comió un oso.


Lunes. Las cuestas no habían hecho más que empezar y yo ya tenía la rodilla un poco hinchada. Para rematar el asunto, tras recorrer un trecho la Vía Verde y visitar el Centro de Interpretación del Urogallo (que no tiene nada que ver con el teatro ni Uruguay, aunque a todos nos sale decir uruguayo en vez de urogallo, decidlo en alto: "El urogallo uruguayo") en Caboalles de Arriba (nótese el arriba), nos enfrentamos al puerto más emocionante del día... para cruzar a Asturias. Puertito de 1400 metros... Luego bajamos hasta Degaña a comer y celebrar una alegre bajadita. Fue curioso ver el cambio climático entre León y Asturias. De sol de justicia a lluvia en solo un sistema montañoso. Aún quedaban dos puertos por delante. La idea era llegar a Villares de Arriba (otra vez arriba) y al día siguiente ir hasta Peranzanes y Lillo del Bierzo. Pero como yo no tenía la rodilla muy estable y parte del camino había que hacerlo por pista, hicimos una excisión de dos personas y nos lanzamos a lo que me dijeron que era"un atajo"...




¡Qué bonito es Asturias de Arriba!


Como tenía la rodilla mal y no podía ir por pista, estaba claro que la mejor opción era hacerme 80 km y tres puertos hasta Lillo del Bierzo. Para no tener que dar un rodeo, volvimos sobre nuestros pasos a subir el puerto que acabábamos de bajar hasta Carredo. Allí en Carredo hay una carretera que pertenece a una mina, pero que se puede utilizar. La ventaja respecto a las carreteras convencionales es que es bastante tendida, porque la tienen que usar camiones cargados de carbón. La carretera es ancha y está en bastante buen estado, pero hay que tener un poco de suerte y que no te toque cuando hay tráfico de camiones. Nosotros la tuvimos y fue un ascenso y descenso (espectacular) bastante tranquilo. El problema es que bajamos de más. La carretera minera va a morir en CL631 y de ahí empezamos nuestro periplo hasta Lillo del Bierzo. 17 km más cuesta arriba... Yo creía que me daba algo. Casi al anochecer, llegamos al campamento base... El camping Los Perdigones uno de los pocos que hay abiertos por la zona. ¡¡¡80 km de atajo!!!... Lo celebramos con una pizza casera y una gran jarra de cerveza que me supieron a gloria bendita.


¡Qué bonito ir cuesta abajo!

El siguiente día, era de medio descanso rodillil. Dejando las alforjas en el campamento base, nos lanzamos al encuentro del grueso del grupo, a mitad de camino de su puerto y nuestro camping: en Castro de Chano. La carretera que lleva allí desde Lillo de Bierzo es bastante bonita y bastante cuesta arriba. Hay pueblecitos acá y allá, todo verde, riachuelos... Muy idílico. La recomiendo.




Hola, señor astur, le importa que pase...

Castro de Chano es un castro bastante bien conservado que se dejaron ahí puesto los astures. Por supuesto lo colocaron en lo alto de la montaña: cosas de las civilizaciones antiguas, que se ve que tenían unas buenas rodillas. Como se les cayera la lanza rodando, ya tenían pateada para todo el día. Tiene un centro de visitantes la mar de chulo que ha reconstruido las casas de los astures y te explican cómo era la vida por aquellos lares en los tiempos de Maricastaña. Lo curioso es que, hasta hoy en día, hay casas que construían los paisanos de León, que poco más o menos son una versión mejorada de la de los castros: la misma piedra, el mismo tejado... Solo que los astures tenían al ganado a parte, y sus descendientes leoneses decidieron que la calefacción animal venía bien y tenían a las vaquitas guardadas en casa (con cuarto propio, eso sí).

En Castro Chano nos reencontramos con el grueso del grupo y, ya por la tarde, comenzamos el alegre y rápido descenso hasta Lillo del Bierzo, donde íbamos a acampar durante un día. Lo mejor de la tarde, sin duda, fue el baño en la esplendorosa piscina municipal del lugar.


La siguiente jornada fue de recuperación y descanso (vamos, de perrear). Tenía la pata más tiesa que un ojo de madera y me pasé la mayor parte del día en la mega-piscina municipal dándome a la buena vida. Por la tarde me animé a dar una vueltecita en bici por Lillo y Fabero (la verdad, me dolía más ir andando que en bici). De Lillo salen muchas rutas de senderismo y el resto del grupo, a parte de perrear, se dió un garbeo hasta el río a última hora de la tarde.




Angela Channing con bigote...

El jueves se acabó lo de descansar y retomamos la vida nómada. Fue una etapa relativamente sencilla en dirección a Ponferrada. Ahí ya empezamos de nuevo a ir en sentido contrario al Camino de Santiago. Fue un día cargadito de visitas. La primera parada la hicimos en el Palacio de Canedo , el Falcon Crest del Bierzo, donde tiene su restaurante "Prada a Tope" un señor (Prada, que va siempre a tope) de lo más peculiar. Es un hombre que en su época fue rocker y llevaba un bigotón tipo Samuel L. Jackson en Pulp Fiction... Todo un personaje, que con sus pintillas y lo que tu quieras, se ha montado un emporio. Tiene unas habitaciones en el palacio que tal y como prometió: "Te caes de culo, querida". El restaurante tiene unos platos riquísimos a un precio muy razonable y, todo lo sucios y andrajosos que íbamos, con culotte y camisetas de colores, nos atendieron igual que bien que al resto de la clientela. El menú viene a salir entre veinte y treinta euros por cabeza, pero merece la pena. Después de comer, hubo siestorro general en Vega de Espinadero, a la sombrita de los árboles, junto al río, contemplando a los jóvenes suicidas lanzarse desde el puente al río (pa' mear y no echar gota)...



Por fin salimos rumbo al castillo de Priaranza. El problema es que la cosa se extendió demasiado y no logramos llegar al castillo, nos quedamos a unos entre 3 y 5 km (dependiendo del paisano, unos decían una cosa y otros otra) en un pequeño pueblo, de cuyo nombre no puedo acordarme, donde la Alcaldesa nos dejó la Casa Consistorial para dormir.

Viernes

No sabíamos la que se nos iba a venir encima (bueno, los que entienden de perfiles, igual sí). Pasamos por Ponferrada a tomar un desayuno rápido y un helado (lento) para enfrentarnos al gran puerto: el Puerto de la Cruz del Ferro. Normalmente, la gente lo hace desde el lado de Astorga y ya se queja. Desde Ponferrada hacia Astorga, la cosa es tremebunda, de hecho la gente del lugar, tras tratar de informarnos sobre que Santiago era para el otro lado, se quedaban bastante impresionados cuando averiguaban nuestros osados planes.



¡Oiga, que no es por ahí, que por ahí hay una cuesta tremendaaaa!...




Fue todo el día cuesta arriba y a pleno sol, y cuando crees que ya has llegado... ¡nada más lejos de la verdad! Seguía y seguía... Por fin llegamos a la dichosa cruz, donde se supone que los peregrinos dejan una piedra, que han de traer desde su lugar de origen, para purgar sus pecados y dejarlos atrás. La verdad es que la gente, a parte de piedras, dejaba de todo... hasta un Shrek vimos, supongo que sería por algún pecado verde. En fin, nosotros no dejamos nada ni nos llevamos una piedra para llevar la contraria. Nos limitamos a seguir camino e ir hasta Rabanal del Camino (valga la redundancia), un pueblo básicamente hecho de albergues y restaurantes peregriniles. Nos hospedamos en el albergue municipal que no te pedía credenciales de peregrino ni nada en la vida, al contrario que en Astorga, que en algunos casi te obligaban a ir a misa.

Nos dimos un homenaje peregrinil con una buena cena a buen precio (no como el desayuno... el desayuno del peregrino es carísimo). ¡Lo habíamos logrado! Habíamos superado aquella cuesta cuestosa y al día siguiente nos tocaba un paseo todo hacia abajo hasta Astorga.



Llegó el último día. Fue un trayecto cuesta abajo impresionante... Todo lleno de peregrinos en dirección contraria sudando la gota gorda (¡venganza!, el día anterior había sido al revés). Para alargar la cosa paramos en un par de pueblecillos astorganos de un color completamente diferente al de los de León. Es un cambio radical del verde al rojo, de León a Castilla.

Por fin llegamos a Astorga, con tan buena (o mala) fortuna de que eran las Fiestas de Santa Marta, concretamente, en la que se denomina la "Noche Larga". El plan era coger un autobús a la una rumbo a Madrid (sobrecargo de 10 € por bici con ALSA). Comimos una mantecada o dos, visitamos el museo de chocolate (curioso pero no imprescindible, mola más el de Colonia) y nos dedicamos a la buena vida. Las fiestas de Astorga no las viví demasiado porque teníamos que llevar a todas partes las bicis. No teníamos buenos candados, y no era plan de dejar las bicis con alforjas y todo en mitad de la calle, con hordas de borrachos circulando por el lugar. Me gustó mucho, tanto la ciudad como la gastronomía.

Y así acabó el viaje... Podéis (entre)ver el siguiente itinerario para haceros una idea de lo que fue, no se ve muy bien, pero si a alguien le interesa, que lo pida...


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lunes, 9 de agosto de 2010

Curso de aikido en Bustarviejo

Este fin de semana, en vez de hacer como la gente normal y descansar me he ido a Bustarviejo a hacer un curso de aikido.


Como podéis apreciar salgo en la foto... (5.ª empezando por la izquierda segunda fila).

La idea era poner a prueba mi rodilla mala y ver si ya estoy lo suficientemente en forma como para poder volver a practicar con asiduidad e intensidad. La gente se pasaba allí una semana entera, pero yo solo fui durante el fin de semana... tampoco era cuestión de exagerar. Superé la prueba mejor de lo esperado. De hecho, solo sentí un pinchazo en la rodilla durante las sanas matutinas de yoga y todavía no tengo agujetas.

¿Cómo es un curso?


Te levantas a las siete y media de la mañana (con resaca opcional).

Clase de yoga y respiraciones para despejarse.

Desayuno con galletas.

Primera clase de nueve a diez y media.

Segunda clase de de diez y media a doce.

Descanso para piscina, aperitivos y comentar la jugada (piscina opcional).

Comida a las 14:00.

Siesta, lectura y regocijo.

A de 17:00 a 18:30 clase técnica.

De 18:30 a 19:30 clase de armas.

Suelta hasta las 21:00 para ducha y aseo general.

21:00 Cena y cervecitas.

Más comentarios de la jugada con orujo y cerveza al gusto de cada uno.


Los intervalos para cerveza son dignos de Pedalibre :).


Lo bueno de ir a cursos es que tienes oportunidad de trabajar con gente con un nivel muy superior al tuyo, que quizás puedan explicarte alguna técnica que no entiendas del todo de forma que algo entiendas... Si te quedas solo en tu dojo, no tienes oportunidad de probar más que con la gente de tu dojo y habrá cosas que tardes más en aprender.
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jueves, 22 de julio de 2010

La T4: tucos variados

Si alguna vez tenéis que ir a la T4, tened en cuenta que...



1- En coche:



No os fiéis de las señales que indican T4, lo más probable es que acabéis en la autopista de peaje. Al principio, tirad como para ir al aeropuerto normal (T1, T2 y T3) una vez veáis que ya estáis donde los edificios del aeropuerto (sin meteros, claro) entonces sí, seguid los carteles hacia la T4.




2 -En Metro:

Ir a la T4 o al aeropuerto tiene un suplemento de un euro... Pero, se puede ir en autobús desde el intercambiador de Avenida de América sin pagar ningún tipo de suplemento. Así, si vivís cerca de la zona o de alguna de sus paradas u os pueden acercar, ya sabéis. Este es la información de tan ahorrativo invento.



Línea 204. Avenida de América - Aeropuerto (T4)
Itinerario:

Avenida de América-Aeropuerto: Intercambiador de Avenida de América (dársena 17)-Avenida de América-Avenida de la Hispanidad (M14)-M13-M12-T4 llegadas.

Aeropuerto-Avenida de América: T4 llegadas-acceso a M12-M13-Avenida de la Hispanidad (M14)-Avenida de América-Intercambiador.

Sale bastante a menudo.


3- En taxi:


Es la opción más cara. En este caso, sale a cuenta ir por la autopista de peaje porque, aunque te carguen el peaje, sale más barato que los kilómetros.



4- En bici:


Es posible, solo habría que ir hasta Alcobendas y: "... pillar la carretera M110, luego atravesar la urbanización "La Moraleja" y luego entrar en Alcobendas pasando por debajo de la A1. Luego atravesar Alcobendas para llegar a la carretera M616 (El Goloso) evitando la circunvalación que sube y baja y sube otra vez". Esta información la he sacado de la lista de correo de Pedalibre. Si tenéis cualquier duda, poneros en contacto con ellos o conmigo, a ver si os puedo ayudar.





Espero que estos trucos os resulten útiles si os dejan viajar los controladores estresados.
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miércoles, 21 de julio de 2010

Gooveshark

Únete al tiburón marchoso...



Mi más encarecida recomendación para esta aplicación online... Es como Spotify o Lastfm pero con la ventaja de no tener que instalar ningún software, sin invitaciones y sin publicidad. Tiene la interfaz traducida, puedes crear playlists y he encontrado de todo. También te sugiere canciones según tus preferencias, o no, lo que quieras... ¡Vamos, estoy encantadísima!

http://listen.grooveshark.com/

Hala, ahí os dejo el enlace.
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